lunes, 20 de octubre de 2014

Las revoluciones de Marcelo Bielsa



La palabra revolución es una cosa y la palabra revoluciones otra, gracias al plural diferenciador. Revolución es cambio, transformación. Revolución es Francia 1879, Rusia 1917 y Cuba 1959. Revoluciones, en cambio, sugiere velocidad, movimiento uniformemente acelerado como se diría en la física. Y en el planetario del verde césped hay un solo personaje —ya no es solo persona, en tanto entrenador experimentado— al que por estas horas se le atribuye la autoría de una especie de revolución en el fútbol francés dirigiendo al Olympique de Marsella (OM), puntero del torneo con ocho victorias consecutivas, y al que también se le puede reconocer un estilo basado en las revoluciones con las que progresan en los campos sus dirigidos.

Luego de lo que hiciera Rinus Michels con la Holanda de los 70 —fútbol total, Naranja Mecánica— solamente Marcelo Bielsa puede ser reconocido en el fútbol de élite como entrenador-maestro de fútbol, y esto como producto de su principal referente formativo, el de profesor nacional de educación física. Dirige enseñando, enseña dirigiendo, sabe sacar a relucir los mejores recursos expresivos de sus jugadores, se empeña en ayudarlos a superar sus defectos y todo esto lo más lejos posible del arco propio, inculcando ese pressing infernal que indica que la mejor defensa la hacen los atacantes y los centrocampistas tapándole la salida de balón al adversario.

Ayer, ante 64 mil espectadores (estadio Velodrome de Marsella, el mismo en que la Argentina dirigida por Daniel Passarella quedó eliminada por Holanda en Francia 98), hiperactivo como es, siempre vestido deportivamente, desinteresado de las coqueterías del fútbol-fashion de la actualidad, Bielsa de cuclillas, Bielsa caminando de izquierda a derecha y viceversa, Bielsa sentado en el termo repleto de hielo, sufrió-disfrutó del juego de su cuadro, que terminó imponiéndose al Toulouse (2-0), cometiendo, en defensa, la menor cantidad posible de errores y atacando en simultáneo por bandas y por adentro, con la autoridad de los equipos arrasadores, ésos que tienen una fe casi ciega en sí mismos.

Sigo con particular interés a Bielsa desde que Argentina quedara eliminada en Japón/Corea 2002, tiempo en que sus obsesiones lo conducían a un tacticismo en ataque que limitaba la natural tendencia a la improvisación gracias al virtuosismo de jugadores como Ariel Arnaldo Ortega. Con una formación que distingue a la gran escuela leprosa —Newell’s Old Boys de Rosario—, Bielsa que ha hecho de sí mismo una figura enigmática por su renuencia a los reflectores y a las entrevistas en exclusiva, prosiguió su carrera en la selección chilena (2007-2011) a la que condujo con gran acierto en eliminatorias y en Sudáfrica 2010, armando también como ahora, un revuelo en el país trasandino en el que se convirtió en consultor simbólico de toda la sociedad, gracias al trabajo que le permite hoy a la roja continuar jugando con ese ritmo endemoniado, pasado de revoluciones si se quiere, que dejó el rosarino como marca de un estilo y que erige al anfitrión de la Copa América 2015 como serio candidato al título.

Fiel a sus preceptos, Bielsa se marchó una vez lo hizo Harold Mayne-Nicholls de la Asociación Chilena de Fútbol y con la satisfacción de haber desairado a Sebastián Piñera cuando éste era presidente, a quien apenas le respondió cuando el mandatario recibió en La Moneda al equipo nacional para, a continuación, casi inmediatamente, hacerse cargo del Athletic de Bilbao, club que solo admite jugadores de ascendencia vasca en sus filas, y al que también condujo a vivir extraordinarios momentos de euforia, especialmente con el desempeño expuesto en la Europa League 2011-2012 disputando la final del torneo, para después meterse en un lío de padre y señor nuestro, interviniendo con sus opiniones en decisiones vinculadas a la infraestructura del club bilbaíno del que terminó saliendo en 2013.

Admitiendo no progresar como es debido en el aprendizaje del idioma francés, Bielsa está conmocionando a los marselleses con su arrollador juego que lo sitúa puntero de la Liga francesa, ocho puntos por encima (25 contra 17) del poderoso y cargado de estrellas París Saint-Germain (PSG) encabezado por Zlatan Ibrahimovic y dirigido por el exseleccionador galo, Laurent Blanc, cuando ya se han jugado diez fechas de la llamada Ligue 1.

Mandanda, Morel, N’Koulou, Dja Djédjé (Lemina), Mendy, Romao, Imbula, Thauvin (Alessandrini), Payet (Barrada), Gignac y Ayew. Ésta es la alineación del OM que ayer doblegó al Toulouse, con la que podrá comprobarse nuestra supina ignorancia proporcional a un desinterés comprensible por el fútbol francés, del que solo conocemos en alguna medida al PSG en el que actúan sudamericanos como David Luis, Thiago Silva, Edinson Cavani y Javier Pastore. Los jugadores del equipo marsellés son franceses, un belga, un brasileño y africanos de Costa de Marfil, Gabón, Marruecos, Camerún, Togo, y Ghana, lo que hace más llamativa la versatilidad del trabajo de Bielsa que certifica la universalidad del fútbol, acomodada ésta a las especificidades de cada contexto socio cultural.

El ‘Mundo Bielsa’ ha sido en la última década tan influyente, que su visión del fútbol fue asimilada por Pep Guardiola, confeso admirador de este ‘Loco’ que de loco no tiene un pelo, por el propio Gerardo Martino, procedente de la misma cantera y hoy seleccionador de la albiceleste, con el plus que significa tener el nombre inscrito en el estadio rojinegro y haber solicitado discresión absoluta a la dirigencia del club en el que Lionel Messi quiere terminar su carrera, para que nadie supiera de su donación de dos millones de dólares destinada a la construcción de un hotel sede de “Ñuls” con vista a la cancha en la que se prepara a diario, y sobre la que el propio entrenador ha influido en términos de características de diseño e ingeniería, gracias a su recorrido profesional por la propia Argentina, Chile, México, España y ahora Francia.

Marcelo Bielsa ha roto los estereotipos. Es un gran estratega del juego, pero es, en primer lugar y esto se subraya para intereses y prioridades de nuestro contexto boliviano, un “profe” en el mejor sentido de la palabra, en el que inscribe su trabajo también uno de sus discípulos, Claudio Vivas, que podría llegar a nuestro país para hacerse cargo de las selecciones menores.

Julio Peñaloza Bretel es periodista. Responsable de Historia y Estadísticas de la Federación Boliviana de Fútbol (FBF).

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